lunes, 17 de marzo de 2014

¡No veáis TRUE DETECTIVE! (Ojo, NO contiene spoilers)

Es un fenómeno de masas. Todo el mundo habla de ella. Hasta los que no la han visto.
-Pero, ¿es tan buena?
-No es buena... es mejor todavía.




¡Ojo! No es una serie fácil. He leído muchas críticas de gente que dice que no le gusta porque se producen muchos saltos en el tiempo: avances, retrocesos. Otros se quejan de unos diálogos quizá demasiado filosóficos, sobre todo cuando habla Rust Cohle, o sea, Matthew McConaughey. Diálogos complejos que esconden mucha literatura detrás. La luz de la serie, es decir, la ausencia de luz en ocasiones también echa para atrás a ciertos espectadores.

Pero en estos detalles es donde reside el genio de True Detective (2014), creada por el guionista Nic Pizzolatto y dirigida por Cari Joji Fukunaga, que en tan sólo ocho episodios de unos 55 minutos ha conseguido atrapar a millones de espectadores y cuyo revuelo en Internet ha sido de enorme magnitud. Es la primera temporada de una serie que en su segundo asalto no se parecerá en nada a lo mostrado en esta. Desaparecen los dos protagonistas, McConaughey y Woody Harrelson y seguramente haya un cambio de escena y trama. Otra vuelta de tuerca que veremos cuando la estrenen.
Pero volvamos a la Temporada 1. La serie trata la investigación de un asesinato por parte de dos agentes de la policía, Rust Cohle y Martin Hart. Un asesinato que no es más que la punta del iceberg de lo que se va a ir desgranando a lo largo de los capítulos. Nos situamos en el estado de Luisiana, una Luisiana que no aparece en todo su esplendor hasta el capítulo 5, cuando empezamos a ver agua y superficies pantanosas. Antes se nos muestran visiones de la América profunda, símbolos religiosos que van del cristianismo a lo evangélico, de lo cajún al vudú o al satanismo. Todo hábilmente recreado en una atmósfera que juega con los claroscuros, donde las sombras dicen más de lo que podemos advertir.

La narración posee muchos saltos temporales. Hay tres épocas bien marcadas: el arranque en 1995, 2002 y 2012. Los personajes muestran la deriva del tiempo en sus carnes. La escenografía también. Hay continuas referencias al cine y a la literatura. Aparecen claras referencias a H.P. Lovecraft y tenemos reminiscencias de otra serie mítica, como lo fue Twin Peaks de David Lynch o de películas como Seven o Zodiac.
Con todos estos ingredientes se ha cocinado una obra maestra y un capítulo final que no es más que un excelente colofón a otros siete capítulos que rayan a la más alta altura. Sólo hay que ver, por ejemplo, las votaciones de Filmaffinity, donde anda en una nota media de 8,7 después de más de 5.700 votos. Se rumorea que hay un final alternativo que podremos ver en el DVD o Blu-Ray que va a salir en breve. Creo que batirá records de venta esta serie. Son pocas horas, pero se pueden aderezar con muchos extras donde se expliquen muchas de esas referencias que han ido captando los más freaks o los que han visto cada capítulo libreta en mano, anotando referencias y buscando luego en la red de redes.
Yo me conformo con haberla visto una vez y decir que es una gran sorpresa, que la serie permanece anclada en mi cabeza y sigo dándole vueltas a diálogos, escenas y canciones. Porque no podemos obviar que la música también está perfectamente seleccionada y adaptada para hacer del conjunto una singular obra de arte de ocho horas, que este fin de semana ha congregado en cines de Madrid y Barcelona a mucha gente dispuesta a visionarla de un tirón. Yo me apuntaría fijo.

Os dejo un par de frases de Rust Cohle, que definen muy bien el carácter complejo de este personaje, un hombre al filo de la locura, pero con muchos tics de genio:

“Si lo único que hace que una persona sea decente es la esperanza de una recompensa divina, entonces, hermano, esa persona es un pedazo de mierda, y me gustaría que salieran a luz cuantas más de ellas mejor. ¿Tienes que juntarte con otros y contarte historias que violan cada ley del universo sólo para poder superar el maldito día? ¿Qué dice eso de tu realidad?”.

“Creo que la conciencia humana fue un trágico paso en falso de la evolución. Nos volvimos demasiado conscientes de nosotros mismos, la naturaleza creó un aspecto separado de ella, somos criaturas que no deberíamos existir de acuerdo a la ley natural. Somos cosas que funcionan bajo la ilusión de tener un ser propio, una acumulación de experiencias sensoriales y sentimientos, programada para asegurarnos que somos alguien, cuando en realidad nadie es nadie. Quizás lo más honorable que podríamos hacer como especie es negar esa programación, dejar de reproducirnos, caminar de la mano hacia nuestra propia extinción, una última noche, hermanos y hermanas, excluyéndonos voluntariamente de un contrato injusto”.
 

martes, 11 de marzo de 2014

JEUNE ET JOLIE, o el regreso de Lolita.


La figura de Marine Vacth envuelta hasta la cintura en una sábana blanca, con los labios perfilados en rojo intenso y mirando de frente a la cámara resume muy bien cómo es esta nueva Lolita del cine francés. Isabelle, una chica de 17 años que vive en el ámbito de una familia acomodada, es la protagonista del nuevo film de François Ozon. La película se divide en cuatro partes, que corresponden con las cuatro estaciones del año. Arranca en un verano luminoso junto a la playa y es donde vemos el despertar sexual de una hermosa chica que celebra su 17 cumpleaños. Pero el verano finaliza y como nos ha sucedido a todos, regresamos con la sensación de dejar atrás muchas cosas y de que ya nada volverá a ser como antes.  

 
Aquí se produce el primer corte, la primera elipsis temporal que enseguida nos va a llevar al eje principal de la narración. Vemos la transformación de Isabelle en Lea, una joven prostituta de lujo que visita a sus clientes en hoteles y cobra grandes cantidades de dinero por sus servicios sexuales. Todo ello en un doble plano, ese en el que se desdobla la persona de Isabelle: una joven estudiante de letras en el Liceo que guarda una peculiar relación con los otros miembros de su familia y, a ratos, una escort de lujo que se viste de alta ejecutiva para acceder a los cuartos de sus clientes.

Pero Jeune et Jolie no se queda sólo en esta historia. Vemos también cómo no todo es lo que parece, que no sólo Isabelle esconde cosas. A Ozon le gusta entrar en la intimidad de las casas, es un voyeur que se adentra en las zonas más íntimas de los personajes y se nos van a ir desgranando con breves pinceladas esas zonas de sombra, por ejemplo, de la madre de Isabelle o de un padrastro que parece atraído por la belleza natural de la joven.
También encontramos el amor, otro de los temas preferidos en el director galo. Un amor difrente, insinuado si queremos. Hay amor normal entre jóvenes, hay amor adúltero y se insinúa un amor entre una ingenua chica y un hombre ya en la tercera edad. 


No hay nada claro en la película de Ozon; todo se asoma, como la punta del iceberg, pero vuelve a esconderse. Tenemos la sensación de que va abriendo campos para la sospecha, para la intriga del espectador. A veces parece que la historia va a caer en la monotonía, pero no todo es lo que parece y la película nos lleva hasta un inquietante final donde aparece una de las actrices fetiche de Ozon, la elegante Charlotte Rampling.
Como es habitual también en la temática del director de En la casa (2012), lo literario tiene también un huequecito en la trama y esta vez lo hace mediante la referencia explícita a un poema de Rimbaud, que leen y analizan los jóvenes estudiantes en la clase de Isabelle. Es este:


I

Nadie es serio a los diecisiete años
Una hermosa tarde, asqueado de cañas, limonada
y cafés ruidosos con candeleros brillantes,
caminas bajo los verdes tilos del paseo.
 

¡Qué bien huelen los tilos en las buenas tardes de Junio!
El aire es a veces tan suave que se te cierran los párpados,
el viento cargado de ruidos-la ciudad no está lejos-
lleva aromas de vid y aromas de cerveza...


II

De pronto divisas un trapo muy pequeño,
de azul sombrío, ceñido por una rama diminuta,
picado por una mala estrella, que se funde
con suaves estremecimientos, pequeña y muy blanca....
 

¡Noche de Junio! ¡Diecisiete años! Te dejas embriagar.
La savia es de champaña y se sube a la cabeza...
Divagas, sientes en los labios un beso
palpitando, como un pequeño animal...


III

El loco corazón Robinsonea por entre las novelas,
cuándo al claror de una pálida farola
pasa una damisela de aspecto encantador,
a la sombra del espantoso cuello postizo de su padre...
 

Y, como te encuentra inmensamente ingenuo,
se vuelve, apresurando el trote de sus botines
pequeños, alerta y con un vivaz movimiento...
Sobre tus labios mueren entonces las cavatinas...


IV

Estás enamorado: Ocupado hasta el mes de Agosto.
Estás enamorado: Tus sonetos le hacen reír.
Tus amigos te rehúyen: Eres de mal gusto.
Después la adorada, una tarde, ¡se digna escribirte!
 

Esta tarde...Vuelves a los cafés brillantes,
pides varias cañas o una limonada...
Nadie es serio a los diecisiete años,
caminando bajo los verdes tilos del paseo.