martes, 11 de marzo de 2014

JEUNE ET JOLIE, o el regreso de Lolita.


La figura de Marine Vacth envuelta hasta la cintura en una sábana blanca, con los labios perfilados en rojo intenso y mirando de frente a la cámara resume muy bien cómo es esta nueva Lolita del cine francés. Isabelle, una chica de 17 años que vive en el ámbito de una familia acomodada, es la protagonista del nuevo film de François Ozon. La película se divide en cuatro partes, que corresponden con las cuatro estaciones del año. Arranca en un verano luminoso junto a la playa y es donde vemos el despertar sexual de una hermosa chica que celebra su 17 cumpleaños. Pero el verano finaliza y como nos ha sucedido a todos, regresamos con la sensación de dejar atrás muchas cosas y de que ya nada volverá a ser como antes.  

 
Aquí se produce el primer corte, la primera elipsis temporal que enseguida nos va a llevar al eje principal de la narración. Vemos la transformación de Isabelle en Lea, una joven prostituta de lujo que visita a sus clientes en hoteles y cobra grandes cantidades de dinero por sus servicios sexuales. Todo ello en un doble plano, ese en el que se desdobla la persona de Isabelle: una joven estudiante de letras en el Liceo que guarda una peculiar relación con los otros miembros de su familia y, a ratos, una escort de lujo que se viste de alta ejecutiva para acceder a los cuartos de sus clientes.

Pero Jeune et Jolie no se queda sólo en esta historia. Vemos también cómo no todo es lo que parece, que no sólo Isabelle esconde cosas. A Ozon le gusta entrar en la intimidad de las casas, es un voyeur que se adentra en las zonas más íntimas de los personajes y se nos van a ir desgranando con breves pinceladas esas zonas de sombra, por ejemplo, de la madre de Isabelle o de un padrastro que parece atraído por la belleza natural de la joven.
También encontramos el amor, otro de los temas preferidos en el director galo. Un amor difrente, insinuado si queremos. Hay amor normal entre jóvenes, hay amor adúltero y se insinúa un amor entre una ingenua chica y un hombre ya en la tercera edad. 


No hay nada claro en la película de Ozon; todo se asoma, como la punta del iceberg, pero vuelve a esconderse. Tenemos la sensación de que va abriendo campos para la sospecha, para la intriga del espectador. A veces parece que la historia va a caer en la monotonía, pero no todo es lo que parece y la película nos lleva hasta un inquietante final donde aparece una de las actrices fetiche de Ozon, la elegante Charlotte Rampling.
Como es habitual también en la temática del director de En la casa (2012), lo literario tiene también un huequecito en la trama y esta vez lo hace mediante la referencia explícita a un poema de Rimbaud, que leen y analizan los jóvenes estudiantes en la clase de Isabelle. Es este:


I

Nadie es serio a los diecisiete años
Una hermosa tarde, asqueado de cañas, limonada
y cafés ruidosos con candeleros brillantes,
caminas bajo los verdes tilos del paseo.
 

¡Qué bien huelen los tilos en las buenas tardes de Junio!
El aire es a veces tan suave que se te cierran los párpados,
el viento cargado de ruidos-la ciudad no está lejos-
lleva aromas de vid y aromas de cerveza...


II

De pronto divisas un trapo muy pequeño,
de azul sombrío, ceñido por una rama diminuta,
picado por una mala estrella, que se funde
con suaves estremecimientos, pequeña y muy blanca....
 

¡Noche de Junio! ¡Diecisiete años! Te dejas embriagar.
La savia es de champaña y se sube a la cabeza...
Divagas, sientes en los labios un beso
palpitando, como un pequeño animal...


III

El loco corazón Robinsonea por entre las novelas,
cuándo al claror de una pálida farola
pasa una damisela de aspecto encantador,
a la sombra del espantoso cuello postizo de su padre...
 

Y, como te encuentra inmensamente ingenuo,
se vuelve, apresurando el trote de sus botines
pequeños, alerta y con un vivaz movimiento...
Sobre tus labios mueren entonces las cavatinas...


IV

Estás enamorado: Ocupado hasta el mes de Agosto.
Estás enamorado: Tus sonetos le hacen reír.
Tus amigos te rehúyen: Eres de mal gusto.
Después la adorada, una tarde, ¡se digna escribirte!
 

Esta tarde...Vuelves a los cafés brillantes,
pides varias cañas o una limonada...
Nadie es serio a los diecisiete años,
caminando bajo los verdes tilos del paseo.

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