lunes, 9 de diciembre de 2013

EL FRANCOTIRADOR PACIENTE, de Arturo Pérez-Reverte


EL FRANCOTIRADOR PACIENTE
Arturo Pérez-Reverte
Madrid: Alfaguara, 2013
Precio: 19,50 €

He de confesar que me he enganchado a esta novela de la forma más tonta. Te pones a echarle un vistazo y te sorprende el tema que ha elegido Pérez-Reverte para llenar las poco más de 300 páginas de esta novela llamada a ser uno de los best-seller de las Navidades. Como el título hacía referencia a un francotirador, uno que tiene memoria de los libros que le dejaron buen sabor de boca, divagó por aquella antigua lectura realizada en época estudiantil, Territorio Comanche, donde el periodista Arturo nos dejaba ver los desmanes de la guerra, quizá la primera que yo traté de entender en directo y con mucha profundidad: la guerra de los Balcanes, la descomposición de un país llamado Yugoslavia.
Pero en El francotirador paciente no hay guerras ni reporteros, sino una tribu urbana de presencia global, la de los grafiteros, su mundo de sprays, paredes, firmas en vagones de metro, etc. Pero también hay un moderno editor de arte y una estudiosa del arte contemporáneo que van a ir conformando una suerte de thriller hecho a golpe de pesquisas, persecuciones, emboscadas, viajes inesperados y todo con un único fin, dar con la figura de un invisible grafitero, un mito como lo fue el Muelle madrileño de los 80, un elemento que realiza acciones subversivas por medio mundo y que ha conseguido que lo siga toda una turba de incondicionales, a los que convoca para acciones organizadas de ataque masivo en un punto cualquiera del planeta.
Aquí la persecución la lleva a cabo una experta en arte moderno, cuya tesis doctoral se basó en el arte grafitero madrileño de los 80. Se llama Alejandra Varela y se hace llamar Lex. Una mujer que se nos pinta como inteligente, atractiva sin ser despampanante y cuyas relaciones con otras mujeres se nos deslizan desde el comienzo de la novela. Este carácter de Lex puede parecer banal, pero no, tiene su sentido según avanza la novela y más cuando llegamos al desenlace. 
Por la novela se deslizan otros personajes que entran y salen y que sirven para dar coherencia al vaivén de viajes e investigaciones que hace Lex Varela. Figuras como las del millonario Biscarrués, los sicarios, el marchante de arte, los propios grafiteros, un inspector de la policía española especializado en artistas callejeros, etc. Muchos de estos personajes son meras comparsas, pero otros planean sobre la obra en todo momento, en esa suerte de persecución que nos lleva de Madrid a Lisboa y de Lisboa a Verona y a Nápoles, ciudad donde se cuece lo más importante de la novela y que se nos dibuja con suma precisión.
Como decía al principio de esta crítica, yo no tenía ninguna intención de leer esta obra, de hecho no estaba entre mis próximas lecturas. Además, el comienzo me parecía todo un alegato a favor del arte grafitero, una suerte de publireportaje sobre estos jóvenes y no tan jóvenes que se enfundan en sus sudaderas y se camuflan bajo gorros, bragas militares y ligeras mochilas en las que esconden los botes de pintura con los que emborronan cualquier punto de las ciudades, sea o no un monumento, para defender una suerte de arte moderno o acción subversiva que muchas veces queda en puro vandalismo. Pero la novela va ganando en acción y van entrando personajes que activan la trama. El objetivo es encontrar a un tal Snipe, pero no es un objetivo único de Lex Varela y su editor jefe. A Snipe lo quieren muchos, vivo o muerto, es una figura que está haciendo daño y hay muchos intereses que persiguen su cabeza. A partir de ahí, en las calles de Lisboa, la acción coge vuelo y ya no podremos dejar la lectura. Los diálogos son vibrantes, acertados. Las descripciones no se hacen pesadas y nos ponen en la escena sin demasiadas metáforas. 
En resumen, una novela para pasar un buen rato, un fin de semana casero, un viaje en tren, esos ratos perdidos en la consulta de un médico. Ahora, hay que advertirlo, no es alta literatura pero sí es literatura que engancha y lo digo con sobrados motivos.
 

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